Un día, el rey Salomón, el hombre más sabio del mundo, quiso poner a prueba la integridad y la sabiduría de su fiel servidor. El rey convocó a su sirviente y le pidió que realizara una tarea, sabiendo que no podía completarse. El rey Salomón dijo: "la Fiesta de los Tabernáculos es en 6 meses, y me gustaría usar un anillo mágico para la fiesta. Cualquier persona que esté triste y mire el anillo se pondrá feliz y cualquier persona feliz que mire el anillo se pondrá triste triste".
El fiel servidor inmediatamente emprendió el viaje en busca del misterioso anillo. Pasó un mes, pasaron dos meses y el criado, que visitó a todos los joyeros y vendedores ambulantes del reino, no encontró el anillo. Pasaron dos meses más, y el sirviente llegó a los límites del reino, pero aún no había encontrado a nadie que hubiera oído hablar de un anillo tan mágico.
Con el tiempo, el servidor fiel se frustró. Con todas sus fuerzas quería cumplir el deseo de su amo, pero no importaba lo mucho que lo intentara, no podía encontrar el anillo misterioso. Estaba deprimido y casi se dio por vencido, hasta que un día antes de la Fiesta de los Tabernáculos, llegó al pequeño taller de un pobre joyero en un pequeño pueblo.
El sirviente, que no tenía nada que perder, le preguntó al viejo platero: "dígame, señor, ¿alguna vez ha oído hablar de un anillo mágico que hace que el triste se vuelva feliz y el feliz se vuelva triste?" El viejo orfebre pensó por un segundo, sacó un pequeño anillo de cobre de uno de los cajones, lo rascó y se lo entregó al criado. El sirviente, que durante los últimos meses había perdido toda esperanza, echó un vistazo a la inscripción en el anillo, y sus ojos se iluminaron. Dio las gracias al orfebre, le pagó una bolsa de monedas de oro y corrió al palacio del rey.
Cuando el sirviente finalmente llegó al palacio del rey, Salomón estaba muy feliz y se regocijó. No creía que su criado realmente regresaría con un anillo. El sirviente le entregó el anillo a su amo, el rey sabio lo miró y la sonrisa desapareció de su rostro. Todos los cortesanos tenían curiosidad por ver lo que estaba escrito en el anillo mágico, y finalmente, cuando lo miraron, vieron la siguiente frase simple:
"A pesar de todo, esto también pasará"
Esta simple frase contiene una verdad que debemos valorar en nuestros corazones: incluso si te sientes como si todo estuviera yendo perfectamente y estás en la cima del mundo, debemos recordar que todo esto podría desaparecer algún día. Por otro lado, y este es el lado feliz de la regla, todo el sufrimiento, toda la frustración, todos los momentos difíciles que a veces experimentamos, estos también pasarán y serán olvidados. Envía esta historia a todos tus amigos, para recordarles que incluso los momentos más difíciles también pasarán.
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