Acepto la bondad de Dios con un corazón agradecido.
Algunos retos en la vida parecen insalvables. Quizás tenga la tentación de darme por vencido. Mas, cuando tengo fe en que Dios es la fuente siempre presente del bien que deseo, abro mi corazón y entrego las circunstancias de mi vida a Su gracia. Logro cualquier meta cuando recuerdo que con Dios nunca enfrento un desafío solo.
A medida que esta comprensión llena mi ser, dejo atrás la duda y acojo la seguridad de la gracia de Dios. Ante Su gracia, todo reto se reduce a un tamaño manejable. Ya no le temo al futuro; siento entusiasmo por las bendiciones que Dios tiene para mí. Sé que el bien seguirá manifestándose en mi vida, y estoy dispuesto a aceptarlo en cualquier momento y de cualquier manera que se presente.
Entonces el ángel le dijo: María, no temas, porque has hallado gracia delante de Dios.—Lucas 1:30