Confío en mi guía interna.
Bien sea que enfrente una decisión mayor o menor, tengo fe en que la guía que necesito está disponible. Quizás lea lo que dicen los expertos, escuche los consejos de amigos y familiares o analice datos para evaluar mis opciones. Sin embargo, lo más importante es que me dirijo a mi interior para orar.
Disfruto de un rato en el silencio. Conscientemente, dejo ir la tensión en mi cuerpo y todo pensamiento de preocupación. Me entrego plenamente al momento presente y, con gratitud, invito a la guía divina. Escucho lo que dice mi corazón: aquello que afirma vida, es afable y bueno. Al dirigirme a mi interior, a la fuente de la guía divina, mi camino se hace claro y prosigo con confianza.
Me has guiado según tu consejo, y después me recibirás en gloria.—Salmo 73:24
Escrito por Laura Harvey