No vi a Manoa, no hallé sus torres en el aire, ningún indicio de sus piedras.
Seguí el cortejo de sombras ilusorias que dibujan sus mapas. Crucé el río de los tigres y el hervor del silencio en los pantanos. Nada vi parecido a Manoa ni a su leyenda.
Anduve absorto detrás del arco iris que se curva hacia el sur y no se alcanza. Manoa no estaba allí, quedaba a leguas de esos mundos, -siempre más lejos.
Ya fatigado de buscarla me detengo, ¿qué me importa el hallazgo de sus torres? Manoa no fue cantada como Troya ni cayó en sitio ni grabó sus paredes con hexámetros. Manoa no es un lugar sino un sentimiento.
A veces en un rostro, un paisaje, una calle su sol de pronto resplandece. Toda mujer que amamos se vuelve Manoa sin darnos cuenta. Manoa es la otra luz del horizonte, quien sueña puede divisarla, va en camino, pero quien ama ya llegó, ya vive en ella.
DolL
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