Cuenta la leyenda que Verónica era una joven alegre, que era de novia de Fernando, habían planeado casarse y una semana antes, ella viajó fuera de la ciudad para entregar sus invitaciones.
Cuando llegó el día del matrimonio, ella aún estaba en otra ciudad, pero decidió vestirse ahí y llegar de frente al matrimonio.
Subió presurosa al auto y sin saber por qué, empezó a tener una extraña sensación que la puso un poco inquieta. Su tía que iba con ella, lo notó pero le dijo que los matrimonios siempre son así.
La mañana era triste y el clima muy malo, pues estaba lloviendo con regular intensidad, cuando ya estaban a 20 minutos de llegar a la ciudad, en un tramo lleno de curvas, el conductor, inmerso en la idea de llegar temprano a la boda, aceleró y no pudo controlar el auto que cayó a un barranco. La joven novia murió instantáneamente.
Años más tarde, un compañero de su colegio tuvo que viajar solo, por la carretera donde sucedió el accidente. Eran las 12 de la noche, y antes de pasar por la curva donde murió Verónica, miró por el espejo retrovisor de su auto, y no le fue difícil reconocer en aquella mujer que estaba sentada en el asiento de atrás. Era el mismo rostro de Verónica, pero éste estaba desfigurado. Sintió tal terror que le hizo perder el control de todo y se estrelló, muriendo en el acto.
Se dice que si viajas solo por esta carretera, no debes de mirar tu espejo retrovisor, pues Verónica siempre está sentada en el asiento trasero, tratando de conseguir victimas que sufran igual que ella.