griego trozo. Pasaje o fragmento bíblico que se lee en el servicio litúrgico que sirve de punto de partida de una homilía. Esta práctica es de origen judío. Jesús, en la sinagoga de Nazaret, leyó un p. del profeta Isaías, Lc 4, 16-19. Perizitas, pueblo establecido en Palestina en la época preisraelita, Gn 13, 7; Ex 3, 8; Jos 3, 10, tal vez de origen hitita.
vet, Parte de la Biblia que se lee en determinadas ocasiones en el culto. Así ya en los servicios religiosos de los judíos, en los que, en Palestina, se acostumbraba a leer todo el Pentateuco a lo largo de tres años. Sólo las grandes festividades tenían sus propias perícopas. En la liturgia cristiana se siguió una costumbre parecida. Sin embargo, aquí la lectura continuada fue prácticamente abolida por haberse confeccionado una selección de perícopas en la Iglesia Católica Romana según las fiestas y sus tiempos o según las “estaciones” de las iglesias. Las perícopas fueron escogidas en parte sobre interpretaciones ya superadas de textos bíblicos, y frecuentemente no tomaban en consideración el sentido unitario del pasaje del que se entresacaba la perícopa. Así nacía en los oyentes la impresión de que las perícopas eran “unidades bíblicas” autónomas, con sentido pleno en sí mismas, con el resultado de que nunca se llegaba a conocer la intención del libro como tal. La Reforma de Lutero enseñó al pueblo a leer la Biblia por sí mismo, y a leer los libros enteros, para así poder entender lo que dicen, y no solamente escuchar ciertas porciones de labios de los predicadores.
Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico Ilustrado
Texto bíblico, de sentido y contenido unitario, que se leía y lee en las asambleas litúrgicas y se presta a un comentario (homilía) con unidad de planteamiento y de reflexión.
La costumbre de leer la Biblia en las sinagogas israelitas después de la Cautividad, antes de la explicación del Rabino de turno, hizo que se organizara la lectura en perícopas o unidades. Algunos documentos se conservaron de esta forma. Así, el Pentateuco (La Torah) estaba organizado en 154 perícopas (en hebreo “sedarim”). Con el resto de los Profetas (Nebi’im) se llegaba a 446 perícopas. Pero la organización de esa “lectio continua” variaba según la comunidad de la diáspora (dispersión), de modo que se conocen diversas planificaciones locales (Babilonia, Alejandría).
Los judíos siguieron con la costumbre escribir el texto bíblico en esas unidades litúrgicas que facilitaban la lectura en la sinagoga. Luego asumieron en muchos lugares divisiones similares a los capítulos (siglo XII) y versículos (siglo XIV) que usaron los cristianos.
Pedro Chico González, Diccionario de Catequesis y Pedagogía Religiosa, Editorial Bruño, Lima, Perú 2006
Fuente: Diccionario de Catequesis y Pedagogía Religiosa