Su padre, un hombre simple, pero lleno de sabiduría, escuchaba con calma al hijo quien continuaba diciendo:
- Imagínate que el estúpido de Pedrito me humilló frente a mis amigos.
¡No acepto eso!..Me gustaría que él se enfermara para que no pudiera ir
más a la escuela.
El padre siguió escuchando y se dirigió hacia
una esquina del garaje de la casa, de donde tomó un saco lleno de carbón
el cual llevó hasta el final del jardín y le propuso:
- ¿Ves
aquella camisa blanca que está en el tendedero? Hazte la idea de que es
Pedrito y cada pedazo de carbón que hay en esta bolsa es un mal
pensamiento que va dirigido a él. Tírale todo el carbón que hay en el
saco, hasta el último pedazo. Después yo regreso para ver como quedó.
El niño lo tomó como un juego y comenzó a lanzar los carbones pero como
la tendedera estaba lejos, pocos de ellos acertaron la camisa.
Cuando, el padre regresó y le preguntó:
- Hijo ¿Qué tal te sientes?
- Cansado pero alegre. Acerté algunos pedazos de carbón a la camisa.
El padre tomó al niño de la mano y le dijo: – Ven conmigo quiero mostrarte algo.
Lo colocó frente a un espejo que le permite ver todo su cuerpo. ¡Qué
susto! . Estaba todo negro y sólo se le veían los dientes y los ojos. En
ese momento el padre dijo:
- Hijo, cómo pudiste observar la
camisa quedó un poco sucia pero no es comparable a lo sucio que quedaste
tú. El mal que deseamos a otros se nos devuelve y multiplica en
nosotros. Por más que queremos o podamos perturbar la vida de alguien
con nuestros pensamientos, los residuos y la suciedad siempre queda en
nosotros mismos.
Ten mucho cuidado con tus pensamientos porque ellos se transforman en palabras.
Ten mucho cuidado con tus palabras porque ellas se transforman en acciones.
Ten mucho cuidado con tus acciones porque ellas se transforman en hábitos.
Ten mucho cuidado con tus hábitos porque ellos moldean tu carácter.
Y ten mucho cuidado con tu carácter porque de él dependerá en gran medida tu destino..