Jesucristo
culmina, da total
cumplimento a todas las profecías del Antiguo Testamento. Termina la
alianza
con el pueblo de Israel (local y temporal) y Dios inicia una nueva
alianza universal (en el espacio y tiempo) con un nuevo pueblo.
Cristo en la cruz da pleno
cumplimiento a todo el Antiguo Testamento y, con su resurrección, inicia el
nuevo pueblo, con una nueva historia cuya primera andadura se narra en el Nuevo Testamento que está, desde entonces,
escribiéndose, a través de la vida y Tradición de la nueva Iglesia (de la misma
forma que el Antiguo Testamento lo escribió el pueblo hebreo, con su tradición
y por inspiración divina).
La Revelación se terminó con los
Apóstoles y testigos de Cristo pero,
permaneciendo Cristo como Rey del universo y cabeza de su Iglesia viva.
Para ello, sustituye las doce tribus
de Israel por los doce apóstoles (que juzgarán a las doce tribus de Israel) e
inicia una nueva promesa, una nueva ley, basada en los diez mandamientos, las
bienaventuranzas y las obras de misericordia. Instituye esa Iglesia, con Pedro
como cabeza, para ejecutar la Nueva Ley, con la asistencia del Espíritu Santo,
a través de los sacramentos. La Nueva alianza, nueva ley, es universal en
espacio y tiempo, sustituye a la antigua
que era local y temporal.
Cristo
vino y…se quedó presente en su Iglesia.
Cristo
resucitó y se quedó presente entre nosotros a través de la Iglesia,
con la asistencia del Espíritu Santo y de los Sacramentos y, muy especialmente,
con su presencia real, viva, en la Eucaristía.
Sin embargo, para los
protestantes, Cristo vino y después de la resurrección, se fue y no regresará
hasta el fin de los tiempos. Por eso insisten tanto en que “Cristo viene”
porque, necesariamente, lo tienen que extrañar.
Sus iglesias están vacías, solo tienen la palabra, la Biblia, les falta
el Cristo vivo.
Por
eso la señal de los católicos es la Cruz y, se podría decir, que la señal de los
protestantes es la Biblia. Tienen la palabra pero, no tienen a Cristo
vivo y actual. El catolicismo es “Cristocéntrico”
y los protestantes, en ese sentido, son “bibliocéntricos”.
En alguna ocasión se escucha a protestantes citar palabras de Jesucristo y
decir “lo dice la Biblia”, como argumento
de autoridad; cuando quien da autoridad a
la Biblia es el propio Cristo y, por tanto, lo adecuado es decir “lo dice Cristo”. Pero, esa forma de
expresarse es muy indicativa de como su fe, y su descubrimiento de la verdad,
se basan en “el libro”.
Esa presencia y cercanía de
Cristo nos hace acudir a su misericordia, ante el espectáculo de la debilidad
histórica de los cristianos y de la nuestra personal. Reconocemos la presencia
de Cristo en la Iglesia a pesar de la debilidad de los católicos (clero y laicos), gracias a
la asistencia del Espíritu Santo.