El comino se quema con incienso para obtener protección, y se esparce por el suelo,
a veces con sal, para alejar el mal. Incluso, antiguamente, en Alemania
se acostumbraba llevar atado al cuello una pequeña bolsa llena de cominos
para defenderse de las brujas y de los malos espíritus.
Todavía existen regiones donde las novias llevan comino
para apartar de la boda las fuerzas negativas.