Hasta
que no fui capaz de sacarme el miedo de encima, no pude ni supe amar,
de verdad! Simple y llanamente porque mientras el corazón está lleno de
miedo, no tenemos libertad ni hay lugar para el amor…
¿Miedo
a qué, invade nuestro corazón? Miedo a ser demasiado uno mismo o a no
ser suficiente para el otro, a no llegar a ser como deseamos, a ser como
realmente somos y que el otro nos reconozca, miedo a compartir lo que
en realidad somos y deseamos…
Nos
llenamos la boca hablando del amor y buscándolo por todas partes y
durante gran parte de nuestra vida… sin saber ni querer entender que el
amor fluye desde dentro, si tenemos el valor de permitírnoslo. Cuando
eso es fácil, tan solo debemos apartar el miedo de nuestro corazón y de
nuestra vida para que, tras él, fluya libremente el amor…
Para
el amor es necesaria la libertad! La libertad de ser, sentir, pensar y
hacer lo que realmente somos, sentimos, pensamos y, según esto,
actuamos. La libertad no es más que la ausencia de necesidad. Necesidad
de ser algo distinto a lo que somos, de aparentar lo que no somos, de
buscar la aprobación de los demás a cualquier precio, de justificarnos
ante un pasado que ya pasó o de encarar un futuro con miedo a
equivocarnos, una vez más!
El
amor es una opción de vida y, como tal, libre, personal e
intransferible. Tenemos toda la vida para llegar a ello, aunque unos
llegan antes que otros, con valor. El amor nace dentro y se proyecta y
comparte hacia afuera, nunca es al revés. El amor no se busca,
simplemente se encuentra en nuestro interior, si tenemos el valor y la
voluntad firme de querer verlo, sentirlo y vivirlo. No hay más.