Radiante e incorruptible es la sabiduría;
con facilidad la contemplan quienes la aman
y ella se deja encontrar por quienes la buscan
y se anticipa a darse a conocer a los que la desean.
El que madruga por ella no se fatigará,
porque la hallará sentada a su puerta.
Darle la primicía en los pensamientos
es prudencia consumada;
quien por ella se desvela
prontó se verá libre de preocupaciones.
A los que son dignos de ella,
ella misma sale a buscarlos por los caminos;
se aparece benévola
y colabora con ellos en todos sus proyectos
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