Cada vez que sientes alegría, alguien deja de sentir dolor. Cada vez que contagias alegría a alguien, la fuerza positiva de esa alegría comienza a multiplicarse.
No existen límites en cuanto a cuán lejos pueda esparcirse la alegría que emana de ti. No hay manera de predecir las cosas buenas que podrían ocurrir a partir de tu decisión de nutrir y hacer crecer la alegría en tu vida.
Buscar sentirse alegre de verdad no es un propósito egoísta. Es una de las cosas más generosas que podrías hacer.
Porque tu alegría es contagiosa. Cuanto más sinceramente ames tu propia vida, más mejorará la vida de aquellos que se te acerquen.
La alegría que experimentes emanará de ti, hacia un mundo en el cual marcará una verdadera diferencia. Cada instante vivido con alegría es un resplandor que puede iluminar hasta la más profunda oscuridad.
Dale a tu corazón la posibilidad de experimentar alegría. Y esa alegría se esparcirá mucho más allá de ti.
(Gabriel Sandler)