La vida me enseñó mucho
a perdonar sin entender
porque pasan las cosas,
a amar sin que me amen,
a sentir sin que me sientan,
a tolerar sin que me toleren.
Pero no me ha enseñado
a sobrellevar la soledad,
a vivir sin una caricia.
Sin un abrazo,
a levantarte a la mañana
y no encontrar nadie a tu lado,
a sentirte menos que nada
a querer gritar: estoy aquí, que me oigan.
Pero también me ha enseñado
a recordar las cosas bellas,
el amor sublime de una madre,
la mirada tibia de un padre.
Y el acogimiento
de tener simplemente la vida,
que ya es mucho pedir
y sentir que teniéndola
todo aquello que he escrito
puede cambiar algún día.
Porque no olvides que amar,
sentir, tolerar
y perdonar son parte de la misma
vida.
Andrea de Caseros
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