EL VALOR DE MIS ERRORES
Sé que me he equivocado infinidad de veces,
por lo cual pido comprensión,
por no ser perfecto como ustedes desean.
Soy un hombre común,
con cualidades y defectos,
he caído muchas veces por amor,
otras por ingenuo,
por creer en la gente,
otras motivado por la ira
que implacable me domina.
Pero jamás con el deseo premeditado
de hacerlo daño alguien
o movido por el odio y rencor,
Han sido mucho los golpes
que he recibido del destino,
por no actuar como es debido,
han sido muchas las lágrimas
derramadas en mi agreste camino
emanadas del desconcierto
y desamparo que
mis errores han provocado.
Pero... ¡no me juzguen tan duramente!
Pues díganme:
¿quién de ustedes jamás se ha equivocado?
¡Más de uno lo ha hecho!
Pero son tan soberbios
que son incapaces de reconocerlo.
Mas sin embargo
yo si he tenido la capacidad
de reconocer mis yerros,
la humildad de pedir perdón
a quien he ofendido,
la fortaleza de reivindicar
mis acciones y caminos.
Por eso el valor de mis errores
radica en cada una de estas acciones,
pues he obtenido experiencia
que me permite ser mejor cada día.
En cambio muchos aún siguen revolcándose
en el cieno de la equivocación.
No es pecado equivocarse,
ni tiempo perdido el haber errado el destino.
El fracaso es cuando
se continua sumido en el error
y no se tiene el valor de aceptarlo
y enmendarlo.
Cuando se ha caído y se sigue en el suelo
por el temor de caer nuevamente.
¡Si me equivocado, he pecado!
Muchas veces fue duramente señalado
pero no por eso caminaré con cabizbajo;
al contrario continuaré mi destino, erguido.
Pues he probado
el sabor amargo del fracaso,
de verme vencido,
en el suelo derrotado.
¡Pero no me he quedado en el fango del pecado!
Pues aunque muchas
los fantasmas del pasado
surgen amenazadores
deseando despertar odio, orgullo,
soberbia y amargura he tenido
el poder de rectificar los errores cometidos.
¡El valor de mis errores
radica en la humildad de reconocerlos,
en la fortaleza y enseñanza
adquiridas para empezar de nuevo,
sin miedo a lo desconocido!
Aracely Casas