Las comparaciones son casi siempre injustas.
La razón de esto es que carecemos de las métricas correctas
además de no ser demasiado imparciales con nosotros mismos.
Lo que solemos hacer cuando nos comparamos con los demás es que comparamos
nuestras propias debilidades con aquellos que sobresalen en estas áreas.
En lugar de compararte continuamente con los demás,
compara tu propio progreso en la vida. El único con el que te puedes comparar con justicia es con tu antiguo yo.
Si progresas y si sigues creciendo como persona tendrás éxito.
Recuerda que tus propios éxitos en la vida son simplemente demasiado únicos para que los compares.
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