Si todos estamos gravemente enfermos del cáncer del egoísmo,
todos necesitamos igualmente una sanación completa y radical
que no puede ser realizada con una simple aspirina.
Para ello tampoco basta un predicador famoso
que nos imponga las manos
un día y quedemos sanos inmediatemente.
La única manera de dominar el egoísmo es
haciendo lo mismo que hizo el único hombre que lo ha vencido:
morir a nosotros mismos.
De
la misma forma que el médico le receta a
un diabético medicamento para
que reduzca el azúcar
en la sangre y le ordena a un enfermo del corazón
que deje de tomar sal, así también Jesús ,
Médico divino, le dice al
hombre egoísta:
tienes que cortar esa enfermedad, debes dejar de
amarte
de la forma como te estás amando porque lo
que estás haciendo no te
beneficia,
aunque aparentemente te parezca dulce y placentero.
La receta está escrita en la misma Palabra de Dios.
Dijo Jesús a sus discípulos:
Si alguno quiere venir en pos de mí,
niégese a sí mismo, tome su cruz y sígame.
Porque quién quiere salvar su vida la perderá,
pero quien la pierde por mi la encontrará.
¿De qué sirve al hombre ganar todo el mundo
si arruina su vida?.
O ¿que puede dar el hombre a cambio de su vida?
Mateo 16, 24-25