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Amante, el mar
Se adormece el silencio. La colina va perdiendo la luz. Tú, en el ocaso, renaces sobre el mar, como un pegaso cabalgando las aguas, pura ondina.
Sobre la superficie cristalina, entre ola y ola de espumoso raso, qué integral es su abrazo, y qué fracaso si el mío a otro interés se subordina.
Sal de ese mar que se declara tuyo. Si él te posee, yo me disminuyo, y sólo serás mía en tierra firme.
Oh, qué tarde fatídica, tan lenta. Amante el mar te arropa y me atormenta, y no sé si quedarme o despedirme.
Los Angeles, 14 de junio de 2011
Francisco Alvarez Hidalgo.
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