Encerrarse.
El silencio te oprime la garganta, encastilla la mente y tambalea tu propio entorno, y poco a poco crea soledad que no alivia, mas quebranta.
Autoencierro, no obstante, es esa planta que tantos cultivaron, que permea con su aroma el ambiente, y espolea cerebro y corazón, y los levanta.
La voluntad es curso decisivo. Quien se encierra en sí mismo, si inactivo, aunque respire, lentamente muere.
Sólo aquél, cuya mente creadora se agita y desarrolla, se incorpora al grupo innovador. Porque él lo quiere.
Los Angeles, 11 de septiembre de 2013
Francisco Alvarez Hidalgo.
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