Como un “foco rojo” calificó el presidente de la Cámara Nacional de Comercio (Canaco) la situación de los migrantes que deambulan en la ciudad.

Rogelio Ramos Guevara, dirigente de ese organismo, ejemplificó que en áreas como la zona Centro se han registrado robos de ‘pisa y corre’ por parte de algunos migrantes, por lo que existe el riesgo de que se incrementen los niveles de delincuencia en la ciudad si éstos permanecen sin trabajar.

“Los comerciantes del Centro se quejan de las molestias de que en las mercancías que tienen exhibidas afuera de los negocios, pasaba un migrante, agarraba una funda de celular y salía corriendo, o una prenda de vestir y salían corriendo, pero se le dio parte a las autoridades y están vigilando”, expresó.

El pasado lunes se registró un robo en un restaurante llamado La Playa, donde los ladrones se llevaron lo que había en la caja registradora y pertenencias de los comensales, delito que no es común ver en Juárez.

“Tampoco le podría cargar el delito a los migrantes, pero era una situación que no se había presentado en el pasado. ¿Puede ser?, sí, sí puede ser, porque existe un riesgo y un peligro así con la gente suelta”, resaltó. 

Rogelio González Alcocer, presidente del Consejo Coordinador Empresarial y dirigente de la Mesa de Seguridad, expuso que no cuenta con información de que migrantes estén metidos en delitos como robos o asaltos a negocios o a transeúntes.

“No dudo que sí puede haber alguno que otro, pero no podemos juzgar sin tener conocimiento de que han detenido alguno por ello. De hecho yo hablé con el secretario de Seguridad Pública y dice que él tampoco tiene conocimiento”, expresó.

El presidente de Canaco insistió en que se carece de una política pública del tratamiento que se les debe de dar a los migrantes.

“Cuando lleguen, cómo se les trate, dónde se les registre, cuánto tiempo se les dé aquí y si no que se regresen a su lugar de origen”, dijo.

Manifestó también su preocupación por la llegada de una nueva ola de migrantes, ahora ecuatorianos, ya que dijo que la ciudad no está lista para recibirlos y son una carga si no quieren trabajar.

“Ya vienen de todos lados, y el problema es que nosotros los aguantamos aquí, en vías de que crucen o no crucen, de que lo logren o no lo logren, aquí los tenemos y son un foco rojo, un riesgo, un peligro”, declaró. 

Después de haber sido separadas y expulsadas de Estados Unidos a través de distintas fronteras, familias migrantes han comenzado a reunirse nuevamente en el campamento instalado  frente al Instituto Nacional de Migración (INM) de Ciudad Juárez, el cual ya está conformado por al menos 156 casas de campaña.

Hasta la mañana de ayer, 85 de las carpas estaban en el exterior de la presidencia municipal, 17 frente al INM, 10 en las jardineras del puente fronterizo Lerdo y 44 más en las jardineras ubicadas en el exterior de la Dirección de Catastro, en donde las autoridades les han pedido que mantengan siempre limpio, dijeron los migrantes que luego de ser expulsados por Nogales, Matamoros y Tijuana decidieron regresar a esta frontera.

“Eramos un grupo de 17 adultos y como ocho niños, llegamos aquí el sábado (22 de abril), duramos dos horas y nos fuimos a la puerta 40, pero a todos nos mandaron por varias fronteras, con niños y todo; a cuatro nos secuestraron en un pueblo entre Nogales y Agua Prieta, pero no traíamos nada, y nos dijeron que no nos querían ver  más allá”, narró “Yanel”, una migrante venezolana.

Otro venezolano del mismo grupo relató que después de cuatro días a bordo del tren con su esposa y sus dos hijos de 2 y 5 años de edad, al llegar a Juárez les dijeron que a las familias las estaban recibiendo en la puerta 40, por lo que decidieron cruzar el río internacional y entregarse a los agentes de la Patrulla Fronteriza.

“Cruzamos como a las 4:00 de la tarde y nos recibieron como a las 3:00 de la mañana y a ellos –el resto de los integrantes del grupo– a las 6:00 de la mañana. A mi me tuvieron un día y medio, el lunes me mandaron a Nogales y a mi esposa y a los niños a Piedras Negras”, comentó. 

Dijo que a su esposa y sus hijos los expulsaron con otro venezolano del grupo que viaja solo con su hijo menor de edad, por lo que juntos regresaron en tren hasta Juárez, a donde llegaron este fin de semana.

“Nos separaron, y a los hombres nos encadenaron, desde El Paso, íbamos en el avión así, de los pies, la cintura y las manos. En el avión nos explicaban qué hacer en caso de emergencia, y gritábamos que en caso de emergencia nos íbamos a morir todos porque no íbamos a poder hacer nada si teníamos las cadenas”, recordó quien al reunirse con su familia en esta frontera decidió rentar un cuarto para que sus hijos pudieran descansar al menos una semana.

 “Yanel”, también relató que luego de ser expulsada por Nogales fue secuestrada y aseguró que al explicarles a los secuestradores que ellos vendían chupetitas (paletas de dulce) para poder reunir dinero para comer y poder regresar a Juárez, sus secuestradores les revisaron los celulares y al ver que no tenían registrados número de Estados Unidos y que no tenían familiares en aquel país, les compraron pizzas, agua y los mandaron en el camión hasta esta frontera.

 “Yo ya no me vuelvo a entregar, porque me vuelven a mandar pa’llá. Va a llegar un momento en que nadie se va a querer entregar”, comentó la venezolana ante el temor de ser devuelta por otra frontera a través el Título 42 y a la implementación del Título 8 para todas las nacionalidades, a partir el próximo 12 de mayo, por medio del cual podrán ser deportados hasta su país.