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De: Atlantida (Mensaje original) |
Enviado: 23/10/2017 03:52 |
Santa Teresa del Niño Jesús nació en la ciudad francesa de Alençon, el 2
de enero de 1873, sus padres ejemplares eran Luis Martin y Acelia María
Guerin, ambos venerables. Murió en 1897, y en 1925 el Papa Pío XI la
canonizó, y la proclamaría después patrona universal de las misiones. La
llamó «la estrella de mi pontificado», y definió como «un huracán de
gloria» el movimiento universal de afecto y devoción que acompañó a esta
joven carmelita. Proclamada "Doctora de la Iglesia" por el Papa Juan
Pablo II el 19 de Octubre de 1997 (Día de las misiones)«Siempre he
deseado, afirmó en su autobiografía Teresa de Lisieux, ser una santa,
pero, por desgracia, siempre he constatado, cuando me he parangonado a
los santos, que entre ellos y yo hay la misma diferencia que hay entre
una montaña, cuya cima se pierde en el cielo, y el grano de arena
pisoteado por los pies de los que pasan. En vez de desanimarme, me he
dicho: el buen Dios no puede inspirar deseos irrealizables, por eso
puedo, a pesar de mi pequeñez, aspirar a la santidad; llegar a ser más
grande me es imposible, he de soportarme tal y como soy, con todas mis
imperfecciones; sin embargo, quiero buscar el medio de ir al Cielo por
un camino bien derecho, muy breve, un pequeño camino completamente
nuevo. Quisiera yo también encontrar un ascensor para elevarme hasta
Jesús, porque soy demasiado pequeña para subir la dura escalera de la
perfección».
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Teresa era la última de cinco hermanas - había tenido dos hermanos más,
pero ambos habían fallecido - Tuvo una infancia muy feliz. Sentía gran
admiración por sus padres: «No podría explicar lo mucho que amaba a
papá, decía Teresa, todo en él me suscitaba admiración».Cuando sólo
tenía cinco años, su madre murió, y se truncó bruscamente su felicidad
de la infancia. Desde entonces, pesaría sobre ella una continua sombra
de tristeza, a pesar de que la vida familiar siguió transcurriendo con
mucho amor. Es educada por sus hermanas, especialmente por la segunda; y
por su gran padre, quien supo inculcar una ternura materna y paterna a
la vez. Con él aprendió a amar la naturaleza, a rezar y a amar y
socorrer a los pobres. Cuando tenía nueve años, su hermana, que era para
ella «su segunda mamá», entró como carmelita en el monasterio de la
ciudad. Nuevamente Teresa sufrió mucho, pero, en su sufrimiento,
adquirió la certeza de que ella también estaba llamada al
Carmelo.Durante su infancia siempre destacó por su gran capacidad para
ser «especialmente» consecuente entre las cosas que creía o afirmaba y
las decisiones que tomaba en la vida, en cualquier campo. Por ejemplo,
si su padre desde lo alto de una escalera le decía: «Apártate, porque si
me caigo te aplasto», ella se arrimaba a la escalera porque así, «si mi
papá muere no tendré el dolor de verlo morir, sino que moriré con él»; o
cuando se preparaba para la confesión, se preguntaba si «debía decir al
sacerdote que lo amaba con todo el corazón, puesto que iba a hablar con
el Señor, en la persona de él».
Cuando sólo tenía quince años, estaba convencida de su vocación: quería
ir al Carmelo. Pero al ser menor de edad no se lo permitían. Entonces
decidió peregrinar a Roma y pedírselo allí al Papa. Le rogó que le diera
permiso para entrar en el Carmelo; el le dijo: «Entraréis, si Dios lo
quiere. Tenía ‹dice Teresa‹ una expresión tan penetrante y convincente
que se me grabó en el corazón».
En el Carmelo vivió dos misterios: la infancia de Jesús y su pasión. Por
ello, solicitó llamarse sor Teresa del Niño Jesús y de la Santa Faz. Se
ofreció a Dios como su instrumento. Trataba de renunciar a imaginar y
pretender que la vida cristiana consistiera en una serie de grandes
empresas, y de recorrer de buena gana y con buen ánimo «el camino del
niño que se duerme sin miedo en los brazos de su padre».
A los 23 años enfermó de tuberculosis; murió un año más tarde en brazos
de sus hermanas del Carmelo. En los últimos tiempos, mantuvo
correspondencia con dos padres misioneros, uno de ellos enviado a
Canadá, y el otro a China, y les acompañó constantemente con sus
oraciones. Por eso, Pío XII quiso asociarla, en 1927, a san Francisco
Javier como patrona de las misiones.
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Santa Teresa del Niño Jesús nació en la ciudad francesa de Alençon, el 2
de enero de 1873, sus padres ejemplares eran Luis Martin y Acelia María
Guerin, ambos venerables. Murió en 1897, y en 1925 el Papa Pío XI la
canonizó, y la proclamaría después patrona universal de las misiones. La
llamó «la estrella de mi pontificado», y definió como «un huracán de
gloria» el movimiento universal de afecto y devoción que acompañó a esta
joven carmelita. Proclamada "Doctora de la Iglesia" por el Papa Juan
Pablo II el 19 de Octubre de 1997 (Día de las misiones)«Siempre he
deseado, afirmó en su autobiografía Teresa de Lisieux, ser una santa,
pero, por desgracia, siempre he constatado, cuando me he parangonado a
los santos, que entre ellos y yo hay la misma diferencia que hay entre
una montaña, cuya cima se pierde en el cielo, y el grano de arena
pisoteado por los pies de los que pasan. En vez de desanimarme, me he
dicho: el buen Dios no puede inspirar deseos irrealizables, por eso
puedo, a pesar de mi pequeñez, aspirar a la santidad; llegar a ser más
grande me es imposible, he de soportarme tal y como soy, con todas mis
imperfecciones; sin embargo, quiero buscar el medio de ir al Cielo por
un camino bien derecho, muy breve, un pequeño camino completamente
nuevo. Quisiera yo también encontrar un ascensor para elevarme hasta
Jesús, porque soy demasiado pequeña para subir la dura escalera de la
perfección».
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De: GAMA 6 |
Enviado: 30/11/2023 01:45 |
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