Entre 2002 y 2003, la Escuela de Salud Pública de Kyoto, Japón, reunió 400 participantes que luego los evaluaron un año después. El
estudio demostró que los voluntarios que, por pedido de los autores, realizaban a diarios gárgaras con agua de la canilla tenían menos posibilidades de contraer infecciones por vías respiratorias como catarros o gripes.