La persignación es el acto y el resultado de persignarse: es decir, realizar la señal de la cruz. Esta señal, en tanto, representa la cruz en la cual falleció Jesucristo.
Es importante conocer, además, que esa palabra tiene su origen etimológico en el latín. Exactamente deriva del verbo “persignare”, que se formó uniendo el prefijo “per-”, que significa “por completo”; el sustantivo “signus”, que es sinónimo de “signo”, y el sufijo “-are”, que se emplea para darle forma a verbos.
Puede afirmarse que la señal de la cruz es un ritual compartido por diversas ramas del cristianismo. De acuerdo a la Real Academia Española (RAE), signar o persignar implica hacer la señal de la cruz sobre algo o alguien.
La idea de persignación también puede aludir a una forma específica de persignarse: hacer, con los dedos pulgar e índice cruzados de la mano derecha o únicamente con el pulgar, tres cruces: la primera se realiza en la frente, la segunda en la boca y la tercera en la zona del pecho, rogando a Dios que aleje a los enemigos.
Cuando la persona traza una cruz sobre su cuerpo con la mano derecha, acompañando el movimiento con una invocación a la Santísima Trinidad (“En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, amén”), lo que hace es santiguarse. Así, el creyente toca su frente (“En el nombre del Padre”), luego su pecho (“del Hijo”) y después su hombro izquierdo y el derecho (“y del Espíritu Santo”), finalizando en su boca (“Amén”).
En algunos casos se establece una distinción entre signarse (la acción mencionada líneas arriba simplemente como persignarse) y persignarse (el proceso que incluye signarse e inmediatamente después, santiguarse). En este caso, la persignación se emplea en ocasiones específicas, como el viacrucis o el comienzo del rosario. Coloquialmente, de todos modos, se suele aludir a la persignación cuando alguien realiza la señal de la cruz sobre sí mismo.
De la misma manera es interesante conocer que la versión extendida de la persignación se lleva a cabo al tiempo que se pronuncian las siguientes palabras: “Por la señal de la santa cruz, de nuestros enemigos líbranos Señor, Dios Nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén”.
Es curioso saber, además, que con ese gesto se pretende también pedir a la divinidad que no se tengan malos pensamientos, por eso requiere tocarse la frente, y que tampoco se digan malas palabras, de ahí que también se dirija la mano hacia la boca. Eso sin pasar por alto que también se solicita no tener malos sentimientos, por lo que se opta por hacer uno de los gestos en el corazón.
Asimismo, no podemos pasar por alto el hecho de que la persignación, aunque está asociada a la religión, se ha convertido también en un acto relacionado con la superstición. Buena muestra de eso es que hay personas que cuando afrontan determinadas situaciones optan por persignarse ante las mismas.
Un ejemplo de lo expuesto puede ser el siguiente: Carmen siempre se persigna cuando se sube al coche para hacer un viaje. Se ha convertido en su ritual después de cargar el equipaje.