Vivir encadenados es su suerte, se aman con un anhelo que no mata la posesión, y el lazo que los ata desafía a la ausencia y a la muerte.
Tristán es como el bronce, oscuro y fuerte, busca el regazo de pulida plata; Isolda chupa el cáliz escarlata que en crespo matorral esencias vierte.
Porque se ven a hurto, el adulterio le da un sutil y criminal resabio a su pasión que crece en el misterio.
Y atormentados de ansia abrasadora, beben y beben con goloso labio sin aplacar la sed que los devora.
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