Dame tus manos puras; una gema pondrá en cada falange transparente mi labio tembloroso, y en tu frente cincelará una fúlgida diadema.
Tus ojos soñadores, donde trema la ilusión, besaré amorosamente, y con tu boca rimará mi ardiente boca un anacreóntico poema.
Y en tu cuello escondido entre las gasas encenderé un collar, que con sus brasas queme tus hombros tibios y morenos,
y cuando al desvestirse lo desates caiga como una lluvia de granates calcinando los lirios de tus senos.
Efrén Rebolledo
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