Las violetas y la parra.
A Violeta
Tu abuela tenía una madre
y ella tenía una parra en un patio
donde se sentaban a mirar
jugar las horas con las uvas.
El aroma de las frutas atraía
a las abejas, esas bolitas rayadas con alas
y el susurro de sus patitas
se mezclaba con el roce que hacía el polen de las violetas en el aire
En la parra, las violetas
las violetas de la parra
como el canto que hacen las hormigas a la hora de la siesta
Como las margaritas al brotar del capullo.
Niña verde, hojas de la parra
que endulzan el aire con su jugo robado desde la altura.
¿En dónde han quedado aquellas esferitas que inundaban el patio
donde aquella madre sonreía a los grillos que se asomaban
por la noche con guitarra, tambor y cencerro?
Desde la ventana una noche,
dormime allí
al resguardo de la luna
escuche una tonada que hablaba de una niña verde,
tenía tus ojos y tu sonrisa.
En un remolino de azahares y violetas
la parra cobijó el sueño
Los grillos, sonaron las cuerdas
se encendió en el ojo del tiempo una llama helada
Azul .
Dentro del ojo, muchos ojos
saltaban de árbol en árbol.
La parra es una ola que avanza
las violetas sonríen
viendo a la bella Ofelia adornarse y danzar
convirtiéndose en grillo alado.