La conocí en junio de hace un año,
estaba tibia como la luz del sol,
su pelo: seco, rizado, castaño;
simulaba el movimiento a girasol,
soplando el cierzo su cabellera,
moviéndola como pétalos en flor,
incitando que su aroma cayera,
en el bulbo del olfato con candor.
Era invierno, según recuerdo yo,
la vez que mis ojos la divisaron,
la noche que en mi corazón se apoyó,
la primera que mis labios besaron.
Trémula en mis brazos se dejó caer,
y mis brazos ansiosos la envolvieron,
como estrella de luz al amanecer,
y mis penumbras desaparecieron.
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