Latidos
En las plácidas horas, mis latidos
rondan rítmicamente los sesenta.
Leo, escribo, converso, y no se aumenta
su tictac habitual, semidormidos.
Mas llamas a la puerta, y son ladridos,
redoble de tambores, turbulentas
olas contra la escarpa, y mis hambrientas
fieras me convulsionan a rugidos.
¿Qué vapores maléficos emanas
que alborotas mis fibras más humanas,
y en torno a mí se gesta un cataclismo?
¿O es tal vez que tu voz, o cercanía,
altera mi razón y anatomía
dislocando mi propio mecanismo?
Francisco Alvarez Hidalgo.