Desorientado
Sabía los caminos a tus lares,
los olmos, en rumor, a ambas orillas,
las mieses, ya ondeando, ya en gavillas,
las gentes agolpándose en los bares.
Tanto los transité, que en mis andares
daba nombre a oropéndolas, ardillas,
señoras enlutadas y chiquillas
cuyos rostros no me eran familiares.
Mas la tarde nefasta en que tu puerta
al fin se me cerró, se me hizo incierta
la vuelta hacia mi hogar, desorientado.
El sendero que, amante, recorría,
tornóseme en absurda travesía,
sin principio ni fin, y en despoblado.