Busqué en lo más profundo de mi alma
el férvido abrigo que sentí, yo aún nonato
y todavía guarda mi piel la primicia
cuando de tus manos sentí tu suave caricia.
Incapaz el tiempo de borrar en mí
la imagen divina que visualicé
y al abrir mis ojos me quedé en ti.
Despiadado el tiempo y la circunstancia
que hizo entre nosotros larga la distancia,
se dé tu impotencia dada a la pobreza,
ese cruel destino me arrancó de ti.
No hubo diez de mayo que no me acordara
cuando linda madre tú me alimentaras,
cuanto te he extrañado, cuanto me haces falta,
y guardé en mi alma la sonrisa grácil
que cuando pequeño tú me regalabas.
Te escribía cartas y me las guardaba
porque no tenía en mis direcciones
¿dónde tú vivías? nunca supe nada.
Ha pasado el tiempo y en mi cabeza, ha caído nieve
y el dolor callado que un día guardé
se volvió sonrisa cuando te encontré.
Madre necesito que tú me perdones
por el sufrimiento que te di al nacer,
sé que me cuidabas en tus oraciones
y fuiste en mis noches dulce amanecer.
Desconozco el autor