QUIERO...
"Quiero que te cures de lo que no le cuentas a nadie,
del dolor que soportas en silencio,
de las lágrimas que corren
por tus mejillas antes de irte a dormir.
Quiero que sanes de tus miedos e inseguridades.
De las incertidumbres que un día te puso la vida
y a las que te enfrentas cada día
al levantarte de la cama y seguir adelante.
Quiero que sanes de esas heridas,
daños y decepciones que has silenciado,
de las que nunca te has quejado,
pero que aún sientes en lo más profundo de tu ser.
Deseo que sanes del pasado que aún te acompaña
en las cicatrices emocionales que llevas sin quejarte.
Que sanes de las disculpas que nunca te dieron,
del aprecio que no recibiste, de la gratitud que no te dieron,
del justo reconocimiento que no te ofrecieron,
de todas las veces que mereciste recibir lo mejor y no te llegó.
Que sanes del dolor que te has tragado,
silenciado y arrojado.
Que sanes de todas las veces
que dijiste que «todo iba bien»,
cuando en realidad no iba nada bien.
Las veces que te tragaste tus lágrimas, tu rabia, tu tristeza,
tu decepción y sonreíste para que el mundo no viera tu dolor,
o para que tu sonrisa pudiera hacer feliz a alguien.
Quiero que sanes de los sacrificios
que has tenido que hacer,
de la indiferencia que has recibido,
de las cargas que has soportado.
Que sanes de las veces que te sentiste solo
y creíste que nadie podía ver
tus heridas ni reconocer tus acciones.
Créeme, la vida ve, la vida devuelve, la vida sana.
La curación puede ser lenta, silenciosa,
a veces difícil y no ocurre sola. Pero ocurre.
La curación es un proceso.
Igual que muchas personas te infligen heridas
que soportas en silencio,
otras ayudan a curar las heridas sin que te des cuenta.
Te deseo curación: de todo lo que dices,
de todo lo que no dices y de todo lo que necesitas».
D/A
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