Dejaré mi nombre escrito en una servilleta de papel, único testigo de que estuve aquí, sentada en esta mesa, dialogando con mi taza de café.
Miro la calle por el ventanal, los rayos del sol hacen guiños dorados en el atardecer. La gente, muñecos de colores deja atrás de sí todo el cansancio de largas horas. Sólo me acompaña una taza de café.
Pasan las horas sin darme cuenta, llega la noche que oculta gorriones ¿Qué hago aquí? Aún no he bebido mi taza de café.
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