Aquellas Pequeñas Cosas Que Te Desesperan
Después del 11 de septiembre, una compañía invitó a los miembros que
quedaban de otras compañías que habían sido afectadas por el ataque
de las Torres Gemelas, para compartir su espacio disponible de
oficina. En una reunión de la mañana, el jefe de seguridad contó
historias de porqué esta gente estaba viva; y todas tenían que ver
con pequeños detalles:
Al director de la compañía, se le hizo tarde porque era el primer
día del kinder de su hijo, otro compañero estaba vivo porque le
tocaba llevar las donas, una mujer se retrasó porque su despertador
no sonó a tiempo, a uno se le hizo tarde porque se quedó atorado en
la carretera en la que había un accidente, a otro se le fue el
autobús, alguien se tiró comida encima y tuvo que tomarse el tiempo
para cambiarse, uno tuvo un carro que no arrancó, una se regresó a
contestar el teléfono, otra tuvo un bebé, otro no consiguió un
taxi. El que más me impresionó, fue un señor que se puso un par de
zapatos nuevos esa mañana, pero antes de llegar al trabajo le había
salido una ampolla y se detuvo en la farmacia por un curita. Por
eso está vivo hoy.
Ahora, cuando me quedo atorado en el tráfico, pierdo un elevador, me
regreso a contestar un teléfono, o todas esas cosas que me
desesperan, pienso: este es el lugar exacto en el que Dios quiere
que esté en este preciso momento.
La próxima vez que tu mañana te parezca enloquecedora, los niños se
tarden en vestirse, no logras encontrar las llaves del coche, o te
topas con todos los semáforos en rojo; no te enojes ni te frustres,
recuerda que Dios está cuidándote.
¡Que Dios siga bendiciéndote con todas esas pequeñas
cosas "desesperantes" y que logres recordar el propósito de cada una
en tu vida!
"Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien
de quienes le aman, los que han sido llamados de acuerdo con su
propósito"
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