Un inglés llega a Roma en viaje de negocios. Entra a su cuarto de hotel y al comenzar a desvestirse tocan la puerta; es un italiano que le dice:
"Il signore vorrebbe una sigorina per fare l'amore?"
"¡No, mí venir sólo en viaje de negocios!"
Al rato, una vez hecho su aseo personal, tocan de nuevo a la puerta. El mismo personaje:
"Ma, non vorrebbe una signorina, cosí cosá?"
"¡No señor, no insista!", y cierra la puerta con ímpetu.
Cuando ya estaba por dormirse, vuelve nuevamente el insistente ciudadano:
"E una giovanotta?"
"¡Mire, tráigame al Papa!"
El italiano se va, y el inglés se acuesta a dormir por fin; pero al rato, nuevamente, golpean la puerta. Era el italiano que, compungido dice:
"Guardi, il Papa proprio, no; ma, certo cardinale..."
|