La sanación de la hermana Marie Simon-Pierre, quien sufría de la enfermedad de Parkinson y aseguró haber sido curada por intercesión de Juan Pablo II, marca el inicio del camino a la canonización de uno de los papas más populares de la historia.
Tradicionalmente, los procesos de beatificación han sido lentos, pero el del ex Sumo Pontífice tuvo la particularidad de haberse logrado en un tiempo récord, si se tiene en cuenta además que el Papa Benedicto XVI fue quien derogó la norma que imponía esperar cinco años como mínimo después de la muerte para iniciar la investigación de sus milagros.
El sucesor adelantó el proceso apenas dos meses después de fallecido Juan Pablo II.
Hay quienes presumen que la celeridad del proceso se debió a la gran acogida que tiene el Papa viajero en la feligresía e incluso en aquellos que profesan otras religiones diferentes de la católica. Sobre el tema, el embajador de Colombia en el Vaticano, César Mauricio Velásquez, argumentó en entrevista con ELTIEMPO.COM que "hoy en día los procesos son más rápidos gracias a las nuevas tecnologías, a los sistemas de investigación y a confrontar con mayor prontitud cualquier información".
El Embajador, fiel devoto de la Iglesia Católica, explicó brevemente que el proceso de la beatificación consta de tres etapas: "en el momento en que la gente empieza a hablar de lo santa que pudo ser la persona en vida, puede ser declarada como 'Siervo de Dios'. Después de cinco años, la Congregación para la Causa de los Santos, organismo del Vaticano encargado de estudiar los milagros, martirios y virtudes de la persona, certifica que vivió de manera heroica las virtudes humanas y se postula para ser 'Venerable'".
El Papa Juan Pablo II tiene el título de 'Venerable' y este primero de mayo pasará a la tercera fase, es decir, a la beatificación, después de haberse comprobado que por medio de su intercesión se logró el milagro de Simon- Pierre, un hecho que debe ser "médicamente inexplicable".
El ascenso del ex Sumo Pontífice se llevará a cabo en la Plaza de San Pedro, en Ciudad del Vaticano, a donde miles de fieles se trasladarán, entre ellos una amplia comunidad de colombianos.
Por su parte, la Canciller y los directores de los partidos Liberal y Conservador han confirmado su asistencia a la ceremonia litúrgica presidida por el Papa actual.
Los procesos de beatificación son, en su mayoría, realizados en la diócesis a la cual perteneció el beato y son de carácter local. Sin embargo, en el caso de personajes de trascendencia universal, como el Papa Juan Pablo II, la celebración se convierte en una fiesta que la mayoría de fieles alrededor del mundo quisieran presenciar o, al menos, seguir por televisión.
Cosimo Maria Papa, teólogo de la Pontificia Universidad de la Santa Cruz de Roma, quien ha asistido a ceremonias de beatificación como la de la Madre Teresa de Calcuta, le explicó a ELTIEMPO.COM que "después de la lectura del Evangelio y antes de la Homilía, el jefe de la Congregación pedirá que el Papa diga, de una manera oficial, que esa persona es santa. Luego de la aprobación, se descubrirán las imágenes de los beatos. Se quitará el velo de la imagen de Juan Pablo II y se cantará el Gloria".
Al día siguiente, como es costumbre, será oficiada una misa de agradecimiento, que en esta ocasión será presidida por el cardenal Tarcisio Bertone, secretario de Estado. Al mismo tiempo, se dará sepultura a los restos del futuro beato en la capilla de San Sebastián, ubicada en la basílica de San Pedro.
Desde el momento en que se nombre beato, el camino a la canonización, es decir, a ser declarado Santo, consistirá en la comprobación de otro milagro que haya ocurrido después de su muerte. Este ascenso, al parecer, no sería lejano porque miles de fieles envían con frecuencia al Vaticano demostraciones de que el anterior Papa ha intercedido para lograr un milagro.
El papa Juan Pablo II fue uno de los pontífices que más beatificaciones promovió. El beato colombiano Mariano de Jesús Eusse, más conocido como el beato Marianito, fue nombrado bajo su mandato.
Para el embajador de Colombia en el Vaticano, "es bueno que los santos sean contemporáneos. Que la santidad sea de personas que han vivido nuestra época... él tuvo los mismos dolores, esperanzas y alegrías de nuestra sociedad", asegura.
NATALIA BONNETT ALONSO Productora Noticiosa Casa Editorial El Tiempo