Érase una vez en la selva, que los animales tenían un serio problema de personalidad: ninguno de ellos sabía quienes eran, a excepción de la jirafa que era sicóloga.
El primero en consultarla fue el pollito: "señora jirafa, tengo un gran problema: no sé quien soy".
La jirafa le contesta: "mira, tú tienes plumas que son amarillas, haces pío pío: eres un pollito".
"¡Claro!, es cierto, ¡soy un pollito! Gracias".
Se va el pollito y en el camino se encuentra con el león, que estaba muy triste.
"¿Qué le pasa señor?", le pregunta el pollito.
"Es que no sé quién soy", responde el león.
"Ah, eso no es problema", contesta el pollito, "usted tiene melena y ruge: usted es un león".
"¡Sí, sí, soy un león! Muchas gracias".
Un momento después pasa un zorrillo, muy preocupado también. Por lo que el león le pregunta que era lo que le sucedía.
"Es que no sé quién soy", le dice el zorrillo.
"Pero si es muy fácil saberlo", declara el león, "tienes pelo, el pelo es negro, tienes una raya en el medio y hueles a diablos: ¡eres un coño!" |