Confía en Dios que estás exactamente en el lugar donde deberías estar. No debes olvidar las posibilidades infinitas que resultan de la Fe. Utiliza las gracias que has recibido y pásalas con el amor que se te ha dado. Que estés contento de saber que eres hijo de Dios... Deja que su presencia se derrame en tus huesos y permita a TU alma la libertad de cantar, bailar, alabar y amar.
Esta para cada uno y en cada uno de nosotros.