EL VIEJO DEL ABEDUL
¿Sabes que murió el abuelo?
¡El viejo del abedul!
Aquel que todas las tardes
sentado a su tibia sombra,
vestía sus sueños de azul.
yo lo veía desde lejos
pues su mirada era fría,
como la de los perdidos,
que en su última morada
ya no verán más el día.
El abuelo era muy viejo,
y más que se le veía;
con su rostro recubierto
de tantas y tantas arrugas
y su mirada, perdida.
Su cabello era tan blanco,
como su historia y su vida;
sus sienes en plata pura,
resguardaban los secretos
de aquella vida tan dura.
Dicen los que conocieron
al varón de aquellos días,
que fue bueno como pocos,
amante y feliz esposo,
y hombre de cabal valía.
Siempre adoró a su María,
su dueña toda una vida,
la más dulce compañera,
la más adorable madre,
y esposa, como no había.
Fue un día cerrado de invierno,
que a la puerta del jacal
llegó la muerte silente,
a llevar a su María
a otra vida de paz.
Con esto al abuelo en vida
su responso le tocó,
la muerta fue su María
mas el si acaso vivía,
ya no tenía corazón.
Se lo ha robado hace un tiempo
la muerte en su aciaga labor,
el viejo vivió diez años
en amarga soledad,
y en este tiempo tan largo
se le redobló la edad,
sus ojos ya estaban secos,
lágrimas no tuvo más,
las lloró todas la tarde
en que su María fue dada
al Señor en santa paz.
Pues si, ¡Ese día murió el abuelo!
Y yo se bien, a no dudar,
que solo ha muerto su sombra,
pues el abuelo había muerto
hace diez años, o más.
Aquella tarde cerrada
de un gélido invierno gris,
que la muerte no esperada
se presentó en su morada,
y al abuelo hizo infeliz.
Y hoy dos amantes podrán
revivir viejos anhelos,
continuando el sortilegio
interrumpido en el mundo,
cuando la muerte doliente
en un mandato del cielo,
apagó el soplo de vida
que aún tenía María,
y la llevó dulcemente
sobre de un soplo de viento,
a gozar de los favores
que esperaban en el cielo.
EDUARDO