Hablaba con un chico joven. Bullía en ideales y ganas de cambiar el mundo.
Me alegré de verme reflejado en aquel chico, cuando yo tenía su edad.
Me alegré de ver que hay esperanza...
Pero no tuve un consejo lo suficientemente poderoso que darle.
Hoy lo he encontrado y se lo ofrezco a los lectores de Anecdonet...
Cuando era joven y mi imaginación no tenía límites, soñaba con cambiar el mundo.
Según
fui envejeciendo y aprendiendo, descubrí que el mundo no quería
cambiar, así que convertí mis objetivos en más modestos e intenté
cambiar solo mi país.Pero, ay, también parecía inamovible.
Cuando
llegué a la vejez, en un último y desesperado intento, me conformé con
intentar cambiar únicamente mi familia, los más cercanos a mí, pero
ellos tampoco querían.
Ahora, en mi lecho de
muerte, de repente comprendo : Si tan sólo hubiera intentado cambiarme a
mmi mismo, tal vez siguiendo mi ejemplo mi familia hubiera cambiado.
Mediante
su inspiración y aliento, es posible que hubiera sido capaz de cambiar
mi país y -quien sabe - tal vez incluso hubiera podido cambiar el
mundo.
Fuente : Encontrada en la lápida de un obispo anglicano en la Abadía de Westminster
TOMADO DE LA RED