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Mi sed de ti me arrastra por la arena buscando el manantial que me rehuye; se me incendia la boca, y en la escena sólo yo estoy, y sólo el tiempo fluye. Avanzo en avidez; se desmelena la noche en el crepúsculo; concluye un día más sin ti; la sed me oprime… ¿Cuándo podré encontrarte? Dime, dime…
Brevería Nº 1377
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Hoy es triste la lluvia Hoy es triste la lluvia. Casi siempre es sonrisa, cristalina querella, rozándome el oído, resbaladizo tacto, dibujándome el rostro, pétalos diminutos en abandono tibio.
Hoy tiene la nostalgia de un violín en la tarde, bordando en las ventanas la canción del olvido, salpicando las calles de lamentos amargos, dilatando las horas en dimensión de siglos.
Ayer la contemplábamos, desnudos en la alcoba, rociando los campos bajo el cielo plomizo, sintiendo el taconeo de su danza en las tejas, leyendo en los cristales extraños jeroglíficos.
Ni enlutaba la mente, ni ensombrecía el alma, nos pulsaba, tan suave, su mágico latido como el dedo del ángel, la pluma de la alondra, tan entrañable, acaso, porque estabas conmigo.
Hoy la observo yo solo, detrás de la ventana; ni percibo su gozo, ni es su rumor idílico. Sólo una mueca triste parece su sonrisa. Tal vez llora por algo. Tal vez soy yo quien gimo.
Los Angeles, 8 de marzo de 2011
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