Miro a los ojos del amigo, y me infunde confianza;

le alargo mis manos y les da calor; camino hacia él

y se pone a mi lado para caminar juntos;

le llamo junto a mí y los momentos y las horas ya no existen;

le encuentro por casualidad y su alegría es manifiesta;

voy a su casa y ya nada hay más importante para él;

me pierdo por un tiempo y queda a la espera de mi retorno.

Sabe cómo entrar en mi personalidad sin herirme y sin atropellarme.

Su amistad es una razón para vivir, porque sabe vivir en amistad.

Es fácil tener amigos de todas las horas, pero los amigos auténticos escasean.

El amigo que llega a ser un tesoro se va forjando poco a poco como el hierro,

en el fuego de la vida, en las horas difíciles,

en los días de tormenta y en las noches oscuras.

Y ya seamos pobres o ricos, necesitamos del amigo que nos comprenda,

que nos escuche,

.... Y que nos ame.