En el año 711 los moros invadieron España, a la que llamaron Al Ándalus imprimiendo connotaciones peculiares a su cultura, que combinada con la autóctona, importó modelos orientales muy fastuosos, aunque con materiales precarios.
Se expresó en sus templos o mezquitas, en los palacios o residencias gubernamentales; y en los mercados, denominados zocos. Las mezquitas contaban con una sala para la oración, dividida por arcos y columnas, conteniendo un muro orientado hacia La Meca llamado quibla.
La arquitectura, donde se expresó con mayor magnificencia el arte islámico, mostró el lujo al modo oriental, con muchas molduras, adornos de azulejos y arcos de herradura más cerrados que los empleados por los visigodos.
Elevaron en Córdoba alrededor de tres mil mezquitas. El edificio de mayor importancia que construyeron fue la mezquita de Córdoba, en el año 784, cuya construcción demoró casi dos siglos, por sus ampliaciones, contando con once naves perpendiculares cubiertas de bóvedas nerviadas, separadas por dobles arcos superpuestos alternando con dovelas o piedra labras con forma de cuñas, rojas y blancas, orientadas hacia el sur. Lo conforman la torre, la sala de oración y el patio.
El palacio de Medina Azzahara, obra de Abd al-Rahman III en el siglo X, fue uno de los más fastuosos, con tres terrazas y rodeada de murallas. Hoy solo se conservan sus ruinas.