A la hora del amor llega desnudo,
desnudo y puro.
Como quien vive su muerte y resucita.
BESA
hasta que sean de miel, tus labios
y tu lengua.
ACARICIA
hasta que palidezca la piel
por las caricias.
ENTRÉGATE
con la avidez del sediento en la taberna,
con fervor, con pavor,
pero no retrocedas.
Y en la batalla de las manos y los labios
en la apretada urdimbre de los cuerpos
baja feliz
para cavar muy hondo
entre mis muslos.