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General: Abelardo y Eloísa
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Respuesta  Mensaje 1 de 2 en el tema 
De: QUIJOTE  (Mensaje original) Enviado: 26/08/2011 21:59

 
 
Abelardo fue un joven y famoso teólogo francés del siglo XII, profesor de la catedral de Notre Dame, en París. El canon de la catedral lo contrató para que diera clases privadas a su hermosa sobrina Eloísa, quien contrario a la costumbre de una época en que las mujeres no iban a la escuela, a los 17 años de edad sabía teología, filosofía, griego, hebreo y latín.

Cometieron el error de enamorarse, a pesar de los planes del tío de Eloísa de casarla con un importante aristócrata. Se fugaron a las tierras de Abelardo en Bretaña, contrajeron matrimonio y tuvieron un hijo. Sin embargo, el tío de Eloísa no pudo perdonar a Abelardo, a quien acusaba de seducción. Para vengarse, este funcionario eclesiástico contrató a un grupo de sicarios. Entraron de noche a la casa de Abelardo. Mientras dormía, lo sujetaron con las piernas abiertas y lo castraron con un cuchillo boto, a sangre fría.

Una vez pasados los primeros días de dolor insólito, Abelardo comenzó a sumirse en una gran depresión. Miraba en el espejo y veía una abominación, un ser despreciable, algo así como la mitad de un hombre. Eloísa, joven aún, protestaba ante el mundo y ante Dios; se negaba a aceptar esta pavorosa mutilación de su amado y dulcemente le repetía que seguiría queriéndolo toda la vida. Abelardo, finalmente, decidió meterse a monje, a pesar de las protestas de su bella mujer: no tenía sentido permanecer en el mundo.

Este es sólo el comienzo de la larga y muy hermosa historia de Abelardo y Eloísa. Aunque a ella no le quedó más remedio que meterse a monja también, pasó el resto de su vida desesperadamente enamorada de Abelardo. Nunca dejó de amarlo. Tampoco perdonó jamás a su tío, ni a la iglesia, ni a Dios, por la cruel mutilación que le había robado la felicidad. Abelardo más o menos se resignó, se adormeció, llegó a afirmar que su tragedia era un merecido castigo divino: había pecado con Eloísa. A Eloísa, en cambio, le ocurrió lo contrario: cada día se sentía más rebelde contra el mundo y crecía más su angustia. Sus cartas reflejan la desolación de una mujer atormentada hasta el final de sus días. Dice la leyenda que Eloísa, monja y abadesa de su convento, murió maldiciendo a Dios: nunca se resignó a vivir sin su amado Abelardo.

También dice la leyenda que Eloísa, a punto de morir en el año 1164, pidió que la enterraran con su marido, quien había muerto antes. Al abrir la tumba, el cadáver de Abelardo levantó los brazos y abrazó a su querida esposa.

Actualmente estos desgraciados amantes están en el célebre cementerio Père Lachaise de París. A pesar de que han transcurrido más de 800 años, la gente todavía se acuerda de ellos y lleva flores a la tumba.


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De: CONDUDA Enviado: 27/08/2011 13:00


 
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