La estudiante
Oh tú, más dulce, más interminable que la dulzura, carnal enamorada entre las sombras: de otros días surges llenando de pesado polen tu copa, en la delicia. Desde la noche llena de ultrajes, noche como el vino desbocado, noche de oxidada púrpura a ti caí como una torre herida, y entre las pobres sábanas tu estrella palpitó contra mí quemando el cielo. Oh redes del jazmín, oh fuego físico alimentado en esta nueva sombra, tinieblas que tocamos apretando la cintura central, golpeando el tiempo con sanguinarias ráfagas de espigas. Amor sin nada más, en el vacío de una burbuja, amor con calles muertas, amor, cuando murió toda la vida y nos dejó encendiendo los rincones. Mordí mujer, me hundí desvaneciéndome desde mi fuerza, atesoré racimos, y salí a caminar de beso en beso, atado a las caricias, amarrado a esta gruta de fría cabellera, a estas piernas por labios recorridas: hambriento entre los labios de la tierra, devorando con labios devorados
Pablo Neruda
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