ESCLAVO DEL AMOR
Pálida luz que me cobijas quieta
y abrazas dulce mi existencia ajena,
bella ilusión que entre mis labios reza,
a la esperanza de una vida plena.
Ensueños vagos de un sentir que nace
del fondo mismo de la entraña humana,
y el corazón que sufre la agonía,
de esta pasión que de mi pecho emana.
Amor que tierno a mi vida abrigas,
suave sentir de una alma solitaria,
quieto latir de un pecho que te adora,
señor amor, tu cárcel bien me agrada.
Pálida luz que sobre mi reposas
y haces creíble para mí la vida,
dime si acaso ella también me ama
para vivir al fin, envuelto la alegría.
EDUARDO