Oyes correr en Roma eternamente, en la noche, en el día, a toda hora el agua, el agua, el agua corredora de una fuente a otra fuente y otra fuente. Arrebatada, acústica, demente, infinita insistencia corredora, cante en lo oscuro, gima bullidora, es su fija locura ser corriente. Ría de un ojo, llore de unos senos, salte de un caracol, de entre la boca de la más afilada dentadura. O de las ingles de unos muslos llenos, correrá siempre, desbandada y loca libre y presa y perdida en su locura. . |