Hay una criatura en toda la creación que a pesar de ser tan diminuta es casi indestructible pues logra sobrevivir a temperaturas tan extremas en condiciones inhóspitas, estoy hablando del tardígrado (literalmente, “de paso lento”), conocido también como “oso de agua”.
Este organismo tiene un cuerpo corto, dividido en cuatro segmentos y cubierto de una cutícula protectora, del que salen ocho patas acabadas en uñas. Su nombre popular “oso de agua” proviene de la semejanza que tiene con el oso, tanto en su aspecto como en sus andares.
Los tardígrados soportan las condiciones más extremas. “A algunos especímenes se los mantuvo ocho días al vacío, luego tres días en helio a temperatura ambiente y finalmente varias horas a -272 °C (-458 °F). Pese a todo, cuando se los colocó de nuevo en condiciones térmicas normales, revivieron”, señala la Encyclopædia Britannica. Además, aguantan una dosis de rayos X centenares de veces más fuerte que la requerida para matar a un hombre. Y, al menos en teoría, pueden sobrevivir en el espacio exterior durante cierto tiempo.
¿Cuál es su secreto?
El secreto radica en su capacidad de entrar en un estado de latencia en el que desciende su metabolismo a menos de una centésima parte de lo normal, un nivel prácticamente indetectable. A fin de alcanzar dicho estado, retraen las patas al interior del cuerpo, sustituyen el agua perdida por un azúcar especial y se enrollan formando una bolita cubierta de cera llamada tonel. Cuando recuperan las condiciones de humedad normales, tardan entre unos minutos y unas horas en reactivarse. En el laboratorio se han revivido tardígrados que llevaban más de cien años en estado de animación suspendida.
Existen centenares de especies, que se reproducen a través de los huevos que ponen las hembras: de uno a treinta en cada puesta. En tan solo unos puñados de arena o tierra mojada puede haber decenas de miles de estos animales minúsculos. Un lugar muy propicio para localizarlos es en los musgos de los tejados, pero también se encuentra en casi cualquier medio húmedo, como son los hielos, los arroyos, las fuentes termales, los lagos y mares, o incluso en los jardines domésticos.
La próxima vez que mires un lugar húmedo, recuerda que probablemente esté ahí “el oso de agua” una criatura super resistente, que habla muy bien de quien lo diseñó.