EDAD
¿Qué tiempo has vivido?
Pregunta sonriente el humilde viejo,
tomando en sus dedos su fiel cigarrillo,
y apurando el humo, como si quisiera
en la blanca nube, resolver su pena.
¿Cuántos años lloras haber transcurrido
por este cruel mundo? ¡Ni lo digas!
Pues puede que el tiempo que tu hayas vivido,
tan solo me alcance en alguna parte,
de este tan enorme recorrido mío.
¿Cuántas experiencias llevas en tu vida?
¿Todas son amargas? Eso a bien decir
mi fiel compañero, ¡Son verdades largas!
Que al paso del tiempo por obligación,
solo son mentiras en tu corazón.
Nadie en esta vida puede haber vivido
tantos amargores como el tiempo mío,
que aún con espinas, también tuvo rosas,
tuve flores bellas, ¡De las más hermosas!
Y de las más finas lides amorosas.
¿Te has enamorado?
¿Acaso allá al fondo de ese corazón
vive algún recuerdo? O será razón
que te lleve franco a vivir de nuevo,
la gran aventura de este rudo juego.
¡La vida es campaña mi fiel camarada!
Donde todos juntos, sin vacilación,
hacemos contentos esta mascarada,
y ahí marchan vanos y sin redención
la melancolía, y la luz olvidada.
¿Vive alguna dama dentro de ese pecho?
¡Yo lo sé de cierto! Por haber vivido
ya hace algunos años la misma ilusión,
y tu cara ausente me confirma el hecho,
que hoy marcha ocupado ese corazón.
Aunque ya tu pelo se pinta de nieve
y algunas arrugas adornan tu faz,
la alegría inunda por dentro tu ente,
y esos sentimientos los engendra siempre
una luz de fuego, que te brinda paz.
Proviene por siempre de alguna mirada,
o de la armonía de una insinuación,
del amor perenne de una frágil dama,
manecitas blancas, gardenia en botón,
y una boca rosa, flor de la ilusión.
Hay en tu mirada una luz distante,
mas no te preocupes, los hijos se van,
y solo nos dejan el bello recuerdo
de un llanto, unas manos, una cara sucia
o algún vidrio roto en la habitación.
¿Por qué lloras? ¡Tonto!
¿Qué no ves por cierto que aún estas vivo?
Y que tu mañana entre la penumbra
de tu porvenir, puede regalarte el nacer perenne
del amor que cursas, hoy en tu vivir.
No tires al fardo de los desconsuelos
la ilusión que late tan dentro del pecho,
que aunque algunos años cargas en la espalda
el corazón vive, y es noticia grata.
No envejezcas antes de que la función
cierre el último acto en la presentación,
tan solo un consejo te obsequio mi amigo,
y recuérdalo siempre, “El paso del tiempo
envejece al cuerpo, nunca al corazón”
EDUARDO