Cuento de Halloween
La bruja y el fantasma eligieron por casualidad, ajenos a lo que significaba esta fecha, la noche de Halloween para salir a cenar. Llevaban ya un tiempo tonteando, pero hasta el día de hoy, nada serio. Los dos estaban perdidamente enamorados y ya era hora de que tuvieran una cita formal. Al llegar al restaurante, cuál no sería su sorpresa al observar que toda la decoración giraba en torno a su mundo. Había calabazas, murciélagos y telarañas por todos lados. Miraron hacia las demás mesas y cada uno de los comensales parecía pertenecer a su gremio, brujas, fantasmas, vampiros, zombis… Lejos de extrañarse, pensaron que habían elegido un buen lugar. Cenaron encantados de estar en este ambiente tan “suyo”, y entre aterrorizantes gritos de miedo cuando las luces se apagaban, o los ruidos de cadenas siendo arrastradas, e hilarantes y terroríficas carcajadas por fin… se declararon su amor. Pero la parte mala de la feliz velada llegó cuando a las 12 de la noche, un altavoz invitó a los clientes a retirar sus disfraces y darle un terrorífico beso a la persona que tuvieran al lado, ya sin máscaras, cara a cara. Sólo dos de los comensales en todo el restaurante, "no pudieron quitarse su disfraz".
|