Me desperté casi sin querer,
como temiendo que la noche hubiera sido solo un sueño.
Pero no, ahí seguías tu, pegado a mi espalda,
tu tibieza reconfortando mi despertar.
Aprisione tu mano,
la misma que horas antes recorría sin descanso mi cuerpo,
la que no dejo centímetro por acariciar.
Tu aliento, caliente en mi nuca,
hizo que me removiera perezoso,
me besaste lentamente, recorriendo el lóbulo de mi oreja,
un escalofrío de placer hizo temblar todo mi cuerpo.
Me pegue mas a ti y note como tu despertar
iba a ser el camino que nos llevaría de vuelta al placer,
y aprendi que los sueños ,
son muchas veces realidades-
Enrique